martes, 28 de agosto de 2012

ENTRE RAZÓN Y CORAZÓN



Hoy he tenido que correr una vez más a sumergirme en el rincón, para buscar entre fábulas ríos cristalinos ocultos en  podridos pantanos y jardines disfrazados de eriales que con asombro veo que a fin de cuentas, se empañan igualmente frente a los cristales. En el aislamiento de mis pensares, me invento frágiles interlineados matemáticos. Derivo gorjeos de pájaros en cada diálogo sin rostro, ni nombre, solo apodo, para integrar al hombre pero sin darme cuenta, solo hice del verbo un indescriptible desastre.


¿Y cómo te explico?


En mí volvió el amanecer para gritarme que afuera todo reclama y a pesar de encontrarme con las manos llenas para darte, siento que soy desacierto y carne de cávala.


Pisan mi cabello los segundos mientras  bebo los atardeceres a través del tragaluz de la ventana,


Si supieras… ¡Cuánto dentro de mí hay del águila! un alma que no quiere morir hambrienta de vuelo, pero en el diálogo se borran las caras mientras el deseo pide y quiere dar.

Me arranco las palabras de los labios, para que éste inaudito sentir enmudezca y deje espacio sólo para escuchar latir el corazón acelerado de un ave, mientras la razón reniega de nuevo al amor.



©María Elena Ponce®

jueves, 2 de febrero de 2012

SOLILOQUIO DE ANATOMÍA CON UN CORAZÓN

Como me hago entender que el corazón es solo un músculo, cuando se que su lenguaje va más allá de un simple latir en sístoles y diástoles. Y no puedo dejarlo de ver como una ciudad con sus entramadas avenidas y calles, por donde circulan múltiples sentires, algunos con sus lámparas apagadas buscando callejones de olvido y otros… ungidos de flores vistiendo colorines.

Y dicen los doctores que sus andares rítmicos son el producto de sinapsis e impulsos nerviosos que logran contracciones y expansiones de aurículas y ventrículos, pero que yo miro como habitaciones, donde moran, relinchan y también reposan, deseos que no quieren caer al abismo, recuerdos amargos que se aferran en las paredes con patas embarradas de podredumbre, temblores de alas que dejaron mil ángeles caídos, así como remolinos, destellos de luz y respiro de pasados y presentes amoríos.

No, que no me digan que es un simple músculo que tiene un promedio de 72 latidos por minutos y que mide aproximadamente 12,5 centímetros, porque yo he conocido corazones pequeños colmados de maldad, amargura y egoísmo, así como otros grandes, muy anchos que están repletos de amor y altruismo.

Vuelvo una vez más a internalizar mi pecho y allí te veo corazón no como una simple y anatómica masa de fibras y músculo. Algunas veces te observo transformado en cristal, frágil y sentimental, buscando oxigenar cada palabra que alguien te dio a beber desde sus oscuros, para no quebrar.

Por instantes te siento aletear como un ave deseosa de libertad, pidiendo a gritos que no te amordace más, que te deje trinar sin temores ni axiomas…

¡Porque tú Corazón más que una bomba de impulsar sangre, eres el cofre de los grandes secretos que Dios le colocó a nuestra alma!

©María Elena Ponce®

02 de Febrero del 2012

domingo, 27 de junio de 2010

MIRAR E IR MÁS ALLÁ


Mirar e ir más allá… contemplar, dejando vagar los pensamientos hasta ese remoto lugar donde las ideas despliegan el vuelo y se funden con la luz en un punto tal, que los contornos de los objetos se indefinen haciéndose incorpóreos. Es allí que comienzo sin saber como, a devanarme en los sueños, buscando lograr ver donde la imprecisión muestra el rostro del tan conocido infierno.

Porque cada poesía tiene una historia, con ese soplo de vida propia que emana como un algo de intensa fuerza construida al mismo tiempo que se vive, siente y piensa… Escenas que nacen desde un diálogo nada simple entre orden y desorden, para luego besarme el alma y los sentidos, disparando la inspiración como un condicionante principal, sin lo cual todo escrito fracasaría, porque la palabra sería vaga y vacía.

Y trato una vez más de expresarme, pero no creando, sino componiendo de lo ya creado, pidiéndole a Dios prestado cada elemento del entorno hasta hipotecarme de imágenes, como un pintor que trabaja el color y la mancha, hasta darle forma para plasmar los sentimientos con palabras de mayor transparencia.

Frases enhebrando versos que van más allá de una realidad, para mutar luego en una deliberada intensión metafísica que desanda paralela a mi humanismo nada lejos de lo intimista y existencial, donde busco y me encuentro luego tratando de coordinar dudas, miedos, aciertos, pesares, alegrías y tropiezos.

Meditación tal vez tonta o quizás, ese pagar un precio por la osadía de aceptarme como una existencia dicotómica, deslizándome desde lo más humano y vulnerable, para sobrellevar mi realidad hasta el otro polo opuesto: "la esencia etérea de un sueño tratando de emerger desde una hoja en blanco con su diálogo silencioso hacia un mudo debate colectivo"

No te preguntes sobre lo que escribo, simplemente siéntelo como lo represento, porque nadie está desprovisto de sentido para vivir este mágico intercambio…

¿Sabes por qué?

Porque somos hijos de la abstracción, producto de algo más que el trasunto beso del geometrismo, fruto de esa ruptura con el vuelta atrás.

Y para conocer e indagar en el alma, hace falta un algo extra sensorial. Debes aprender a mirar mucho más allá del testimonio de unas determinadas manchas con la apariencia de simples líneas.

©María Elena Ponce®

CARTA SIN DESTINATARIO


Días atrás, semanas, meses o años, no se ya cuanto de esto que se me ha hecho infinito, coincidimos en un lugar fulgurante desnudo de tiempo y espacio. Al principio, en los primeros pasos la piel, el gesto y la presencia física del otro era un enigma que avivaba el deseo y por las venas corría curiosidad en vez de sangre. Cuando nos juntábamos entre palabras escritas, reventaban estrellas y todo era perfecto. Yo no necesitaba nada más, pensaba que era la apoteosis de dos seres que se comprendían, se compenetraban perceptiblemente y se necesitaban sensitivamente. Pero el mundo bien o mal, gustoso o no, tiene que seguir girando y cuando la tarde se desvanece, las vivencias son un resplandor con descanso en el violeta.

El silencio, que no el recuerdo, viene a mis sentidos y muy quieto, se va arropando en la costumbre de la soledad que se puebla incesantemente de sombras. ¡Pero no! Cierro los ojos para atarme al sueño y te siento aquí a mi lado, abrazado a mi cuerpo como luz en la noche, sin amargura en los besos, ni dolor en las caricias. Así eres en mí… ¡magia de vida!. Pero la tristeza se transforma en desanimo y luego en angustia.

Y así me pregunto ¿A dónde creo que voy de esta manera? siempre cuestionando tras de algo, siempre razonando el porqué si o porqué no, pero con todos los bemoles llenos de amor... Esa es mi mente, siempre en movimiento, detrás de una búsqueda. ¿Por qué no me detengo un poco en vez de correr tanto detrás de mis elucubraciones?. ¿Por qué no procurar sentarme serenarme para sentirme? hasta penetrar en la naturaleza intima de esas sensaciones y alcanzar ese justo punto en que los sentimiento se vuelven no sentimientos y así no sentir nada...Olvidaría todo y quedaría suspendida en mi vacío, sin fondo de ecuanimidad absoluta... Solo silencio, pureza original e inocencia. Sin embargo no es así, estoy viva donde vida es movimiento y este es pensamiento que trasmuta al deseo, donde los recuerdos de pasadas alegrías no pueden borrarse.

Mientras escribo, las ideas acuden a mí en tropel... primero una interminable serie de imágenes magnificas en formas, texturas, efectos y sensaciones, luego veo momentos inmensos que me trasladan hasta el infinito. Entonces oigo la música de los distintos tiempos y percibo sus fragancias, mientras otro cortejo de ellos se presenta como recuerdos que fueron valiosos, sinceros, amables y audaces, que a pesar de lo insignificantes en su momento, expresan siempre esa entrega que constituye la esencia del amor. Pero otros me rondan tristes y apagados, privándome de la alegría del sol y helando por momentos las memorias de los anteriores tiempos más felices.

¡Porque hay alegrías demasiado grandes para ser descritas con palabras, como dolores sobre los que no me atrevo a extenderme!

Y con estos en la mente me digo: sigue si quieres, sin desánimos, recordando que la fuerza y el valor no son nada sin paz y ciencia, oportunidad o prudencia y considera que en un instante se puede destruir la felicidad de toda una vida, donde ese momento puede ser el último. Quisiera poder mirarte a los ojos, bailar contigo y sentirte, abrigar mi piel en tus suaves manos, respirar tus olores en una sola esencia y después, morir amándote, recordando el sol sin el desierto, donde las estrellas nacen con sonrisas de pájaros, sin miedos y con sonidos abiertos de belleza inmensurable...Cuanto deseo, pero son solo palabras perdidas en el viento entre lo denso del silencio, en un caminar sin rumbo, en un día que es lo opuesto a la muerte y me hace imaginar todas las maravillas de este universo, donde pueden volar libremente mis pensamientos, porque lo que busco cuando deseo tus labios o cuando necesito acercarme a tus manos, es un hueco en tu corazón para vivir en él como un ave, es así como siento, pero la realidad es otra y tal vez solo un espejismo en medio del camino...

©María Elena Ponce®

SIN PODER DECIR ADIÓS

Como si te hubieras diluido en el leve ronquido de un instante, nunca más supe de ti; así, como cuando calla el latido insistente de las venas para hacerse astillas en la tristeza. Pero igual te recuerdo con tus dioses en pugna, entre la amargura y la dulzura, la oscuridad y la luz. Así lentamente te desvaneciste agotado en tu propia amalgama, mientras cubrías tu rostro con las manos llenas de insensatas arrugas.

Y en esta tarde fría te recuerdo amigo, con mi mente hecha tráficos de ríos que buscan incesantes y con urgencia aunque sea la brevedad de tus pisadas.

Supongo las razones que te encausaron a refugiarte en la humedad de la nada o tal vez, solo intuyo que tanto dolor insepulto te llevó a esconderte intencionalmente de las espinas entre trementina, lienzos y pinturas, para vivir como un tatuaje ajeno a la cordura.
Riego mis pies de astronomía para que se comporten como brújulas y me lleven hasta ti.

Tu imagen y tus palabras se resisten a vivir como sombras en mi memoria cuando nunca hubo una despedida.

Conocí la profundidad de tus hendiduras, la alegría de antiguas grandezas, los cayos que dejaron en ti los horrores de la guerra y el infierno de un matrimonio que vivías con angustiosa y eterna agonía. También me enseñaste la niebla que cubría aquel ojo en el espejo, donde flotaban tus amoríos, ilusiones y sueños.

Ahora toma lugar en mí ese temor de presentir el tiempo que llega como derrumbe y ceniza, para que tú repentinamente partieras sin yo poder decirte adiós y mucho menos hasta luego.

©María Elena Ponce®

EXTENSA Y DETENIDA INSPIRACIÓN


Cuando se tiene esa indescriptible necesidad de escribir, uno desea poseer y ser poseído por las ideas, enlazando los aromas de la risa y la tristeza. Es ese estar cuando no estas y ver todo aquello que nadie ve en esplendores ofuscados, donde las voces sin esperar se abren paso y como el viento todo lo arrasan, mientras uno está allí sin futuro, presente, ni pasado, con la sensación de estar flotando.


Se avivan o diluyen en el reloj encuentros y sentires, pero con el corazón encendido de sueños empedernidos. Allí, el alma tiene ansias de infinitud y aunque uno no puede permanecer eterno cuando nada hasta hoy lo hizo, en ese éxtasis el espíritu y su esencia se elongan buscando rescatar en lejanos horizonte ecos perdidos.


La vida es un sin sentido con sentido, es néctar disfrazado de veneno amargo, sabiendo que tenemos una misión que desconocemos y un zigzaguear de cruceros entre las manos cargados de interminables preguntas que al llegar a puerto, descargan todas las respuestas para que no satisfagan inquietud alguna.


Es un estado de caída libre donde se va mirando el mundo con ojos unas veces de serpiente y otras de ángel. Así oscilo entre el bullicio y el silencio, viendo como toman forma la infancia, la mocedad, el dolor, la alegría, el triunfo, la derrota y la euforia del amor, cuando después de abandonar el trance, resurges desde las mundanas miserias, para moldear un poema en la cima de alguna colina y una vez alcanzado el objetivo, te vez transformado en orilla, onda, ola, mar, carne de caminos andados y desandados, deseados en la espera y en el deseo, esperando otro momento de inspiración.

©María Elena Ponce®